Como ustedes recordarán estimados lectores, les platiqué que tenía un exámen acerca de un manual que se me entregó en una dependencia federal.
Pues bien, llegó la fecha indicada y más o menos iba preparado para cualquier contingencia, desde que iba bien estudiado utilizando a casi último momento la hipnopedia. salí de la casa al cuarto para las ocho -el autobús Madero-Borreguera es muy tardadizo en horas pico-, dos unidades pasaron rápido, a la hora en punto acabé abordando uno.
Llegué al centro de Madero al cuarto para las nueve. ya me dispuse a formarme en la fila afuera del ICEST, cuando estaba casi a unos dos metros de ingresar al plantel, vi que llegaron un trabajador de Protección Civil, Un Camión de Bomberos y no me acuerdo, lo único que vi, es que los que habían ingresado evacuaron serenamente, nos solicitaron reunirnos en el Estacionamiento de una tienda de autoservicios, ahí estabamos todos, aunque ya lo sospechaba, no me quedé con las ganas de preguntar...
Se recibió una alarma de una bomba y están revisando.
Los concurridos trataban de serenarse con la creencia de que se trataba de una broma de pésimo gusto y humor negro. Por lo menos sí se activo una bomba: mi corazón, que empezó a latir con más fuerza.
Después nos avisaron que todo era una falsa alarma, ya que no se halló el artefacto explosivo, así que todo volvió a la normalidad.
De veras, no sean así: no hagan llamadas por bromear al 066 o C-4. No se imaginan la zozobra que producen a los que se hallan en la supuesta zona de peligro, además de que cada movilización a todos nos cuesta, siempre hay alguien que nos espera.
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