lunes, 21 de marzo de 2016

ROSA Y VENUS: SEXISMO LATENTE

Por lo general escribo un texto alusivo al ocho de marzo para así conmemorar el día internacional de la mujer. Quizás se pregunten por qué hasta ahora lo ingreso a mi blog. La razón no es fácil de explicar como tampoco el incorporar ideas en el procesador de palabras.

Porque esta vez voy a decir cosas no muy gratas. A lo mejor está de acuerdo conmigo o no, pero de un tiempo a la fecha, me he dado cuenta que nos estamos enfrentando no a un activismo en pro de la mujer, sino a una campaña de sexismo disfrazado de igualdad de género que ni beneficia ni perjudica al sector mujeril, sino todo lo contrario.

Recuerdo que en un hashtag de Twitter que trataba sobre las dificultades de escribir poesía, yo por querer entrarle a la polémica escribí lo siguiente: si hay poetas pero poetisas no, así nunca seremos poetas. A lo que la perpetradora comentó que el término poetisa "es obsoleto, además que minimiza a la mujer poeta", para zanjar, repliqué asegurando que "conocía de vocablos en desuso pero no de su obsolescencia". Me despedí cortésmente para evitar una discusión por determinar si en un futuro van haber poetas macho o poetas hembra.

En ese mismo tópico, supuestas activistas que enarbolan supuestamente los derechos de las mujeres, defienden barbarismos del español al decir, por citar un ejemplo: diputadas y diputados, ciudadanas y ciudadanos, niñas y niños, etcétera; argumentan machismo en el idioma y resaltan la supuesta igualdad. Lo que no saben es que las palabras diputación, ciudadanía y niñez incluyen a ambos sexos. 

La corrección política no sólo está haciendo pedazos nuestro idioma, sino que abre más la brecha entre hombres y mujeres. Por cierto: si las feministas supieran qué significa originalmente la palabra fémina, así de rápido se desprenderían de ella, lo mismo pasa con el vocablo señorita. Esos sí minimizan a la mujer cuando Poetisa es femenino de poeta  como lo es princesa, condesa, duquesa, abadesa, alcaldesa, lideresa o profetisa.

Con esto demuestro que hay quienes enarbolan la bandera del feminismo endulcorado y adulterado, que no honra a las heroínas del pasado ni piensa en las mujeres de hoy ni en las del futuro como las obreras mártires de 1904 que propiciaron la conmemoración. Es sólo sexismo egoísta, el mismo que alimenta con textos e imágenes las redes sociales.

Con todo, felicidades a todas las mujeres.