martes, 31 de octubre de 2017

COCO -NO LLEVA ACENTO EN LA O-

Yo en lo particular no pongo altar el 2 de noviembre, y aunque durante mucho tiempo los medios se encargaban de ofrecer información acerca de las distintas celebraciones y en los pueblos y rancherías tiene más arraigo, como el Xantolo en el Norte de Veracruz por ejemplo, en la ciudad el ambiente se invade de ollitas, craneos, calabazas con ojos y boca, sombreros de pico y todo lo que proviene del Halloween.

Pues bien, a vísperas del Día de Muertos, se lanzó hace una semana la película animada en compugrafía llamada COCO (2015-2017, Disney Pixar, EEUU). De entrada se trata de un niño llamado Miguel Rivera, que pretende convertirse en músico pese a la oposición de su familia. Pero para alcanzar sus sueños, el pequeño emprende un recorrido al sendero de las ánimas.

Algunos en las redes sociales se han quejado de supuestos clichés. Yo les llamaría referencias, ya que estuvieron investigando durante un lustro no sólo las tradiciones de nuestro país, sino la idiosincracia de la mayoría de los mexicanos. En mi caso, me remitió a los matriarcados que se forjaban en algunas comunidades y por supuesto, recordé a mis dos abuelitas, que ya no están conmigo.

No existe el estereotipo del mexicano con sombrero recostado en un cactus, sino de una familia que te hereda un oficio. No vi ninguna caricaturización de nuestra raza, es más, el trabajo estereoscópico de la animación es tan verosímil a detalle. Se dieron el lujo de mezclar a los alebrijes con los nahuales. Hay muchas referencias a lo nuestro, incluso a los chicanos, con una referencia velada al Mariachi Medina Mora.

La película fue dirigida por Lee Unkrich, el argumento es de Adrián Molina y la partitura corrió a cargo de Michael Giachinno. Aún ha de estar en cartelera, yo sí recomiendo que la vean y dudo que les quedarán ganas de quejarse. Bueno, el corto de Frozen, previo a la función, me recordó a La Navidad de Rosita Fresita.

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