Fue más o menos por estas fechas -del año pasado- que tenía baja la moral, cuando al salir de mi trabajo, pasé por una tienda de discos y por ocurrencias mías compré el disco de Ximena Sariñana: "Mediocre"; y como ya es tradición, después de abordar el bus inicié el ritual de desprender el celofán para abrir el estuche y colocar el disco en mi player.
Tratando en descansar y no pensar más en los embates típicos de mi trabajo de entonces, me hundí en la concentración anrticipada de oir algo nuevo al momento de oprimir el botón para tocar el disco.
Nunca me imaginé el impacto que produciría el primer golpe de batería de la canción que intitula a la producción de la señorita Sariñana. Fue a la conciencia... Fue el principio de la ruptura de esquemas, porque la letra comenzaría a hacer su trabajo de echar bicarbonato al agua de un corazón afligido (Aunque Ximena dijo en una entrevista que aunque la letra cuente sus puntos de vista, puede uno interpretarlo según la persona).
Eso fue lo que me ocurrió: ya de por si sufrí de un acceso de autopunidad, tomé las palabras de esa canción como si mi otro yo me las dijera, sentía un dolor inenarrable, tanto así que repetía varias veces la canción para aprendérmela de memoria. El ritmo era en ese momento agresivo, abrasivo, nítido y cortante.
Después de eso. Emprendí la huída con un horrible dolor de cabeza y pequeños vértigos, porque, en momentos de autocrítica, ya me era insoportable ese estado de incongruencia (a un centímetro de odiarme).
Todavía me gusta esa canción. Ya no me produce aflicción como esa vez, pero sí tengo presente que fue el detonante para quemar las naves sin siquiera hacerse a la mar, para buscar nuevos horizontes.
P.D. lo más curioso del asunto es que en el videoclip de esa canción ella vuelca su ira y sus frustraciones a bordo de una van.
Qué coincidencia ¿no?
Tratando en descansar y no pensar más en los embates típicos de mi trabajo de entonces, me hundí en la concentración anrticipada de oir algo nuevo al momento de oprimir el botón para tocar el disco.
Nunca me imaginé el impacto que produciría el primer golpe de batería de la canción que intitula a la producción de la señorita Sariñana. Fue a la conciencia... Fue el principio de la ruptura de esquemas, porque la letra comenzaría a hacer su trabajo de echar bicarbonato al agua de un corazón afligido (Aunque Ximena dijo en una entrevista que aunque la letra cuente sus puntos de vista, puede uno interpretarlo según la persona).
Eso fue lo que me ocurrió: ya de por si sufrí de un acceso de autopunidad, tomé las palabras de esa canción como si mi otro yo me las dijera, sentía un dolor inenarrable, tanto así que repetía varias veces la canción para aprendérmela de memoria. El ritmo era en ese momento agresivo, abrasivo, nítido y cortante.
Después de eso. Emprendí la huída con un horrible dolor de cabeza y pequeños vértigos, porque, en momentos de autocrítica, ya me era insoportable ese estado de incongruencia (a un centímetro de odiarme).
Todavía me gusta esa canción. Ya no me produce aflicción como esa vez, pero sí tengo presente que fue el detonante para quemar las naves sin siquiera hacerse a la mar, para buscar nuevos horizontes.
P.D. lo más curioso del asunto es que en el videoclip de esa canción ella vuelca su ira y sus frustraciones a bordo de una van.
Qué coincidencia ¿no?
ah, conozco bien esa emoción de sacar un disco y ponerlo por primera vez.
ResponderEliminarno he escuchado ese de Sariñana, pero sí a ella en vivo. no entiendo el título del disco. pero vaya que te pegó esa primera vez.
saludoxxx!
Gracias por estar al pendiente de mis textos.
ResponderEliminarQue viva el ritual de los discos por estrenar.