Ayer alcancé a leer el siguiente encabezado en un periódico que de entrada me molestó: "Finalmente Demolieron el Anti-estético Gastronómico". Después revisé la nota, que apesta a inserción pagada, donde el Alcalde de Tampico, mientras supervisaba la obra, dice que era un momento histórico. En realidad la demolición no es meritoria, a mi criterio, de ser nota de ocho columnas.
Ya se salieron con la suya, según a finales de este año entregarán la Plaza Hijas de Tampico, que permitirá la vista al casi obsoleto muelle. No quiero ser pesimista, pero presiento dos cosas: que los locatarios se quedarán en eso que les llaman mercados temporales por mas tiempo y no van a tener cabida en el nuevo mercado.
Y ésto no acaba aquí: están planeando hacer un paso semi peatonal en tres cuadras de la calle Aduana. Ya rompieron el duro concreto. La zona centro se ha vuelto un caos. Y como cada presidencia municipal cambia el tránsito de la ciudad a su antojo, ya les platicaré luego de los cambios.
El turismo no es sino un pretexto para demoler y reconstruir sobre las ruinas de el anteriormente llamado "Primer Puerto de México", cuna del cooperativismo, de la primera embotelladora del refresco más famoso del mundo en nuestro país y del primer vuelo comercial. Pero ni la historia ni la arqueología moderna interesan si no hay ganancia monetaria. Al tiempo.
P.D. Por cierto: ¿Adónde voy a comer ahora mis órdenes de cachetadas?
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