viernes, 11 de septiembre de 2015

VULNERAR LA SANA DISTANCIA

A mitad de esta semana vi en varios noticieros las siguientes imágenes: La policía deteniendo inmigrantes sirios, los cuales huyen de la violencia de sus tierras ¿y todo para qué? para que una reportera húngara con videocámara en mano, se volviera en juez y parte a dar puntapiés a varios refugiados; pero la gota que derrama el vaso de cualquiera es cuando sigue olvidando que sus filias y sus fobias para nada cuentan en el cumplimiento de su deber, para "ayudar" a la policía, le mete una zancadilla a un hombre cargando a un niño, lo hace caer.

Lo peor para Peta Lázló apenas comenzaba:  otro reportero captó justo esa escena, claro, es lógico que su nota es: REFUGIADO AGREDIDO POR REPORTERA. En una época como ésta, que cuenta con diferentes plataformas de difusión, supongo que la vergonzosa imagen circuló por todo el mundo. Claro que merece pagar las consecuencias: fue despedida de su trabajo, no quiere declarar, se escondió y pesa acción penal en su contra.

Los que estudiamos comunicación, periodismo, incluso relaciones públicas debemos tener claro ésto: no somos la nota y no nos pertenece el brillo de los reflectores. No es lo mismo cuando los trabajadores de la información son víctimas del infortunio como ocurrió en una transmisión de control remoto en Virginia, EEUU que el suceso de marras. ¿Qué pretendía la reportera? Si quería ser nota de ocho columnas, lo hizo de mala manera.

Podría decir que es un caso aislado, pero no: cronistas que en vez de narrar partidos de futbol sacan a flotes sus preferencias deportivas, entrevistadores que se comportan como fans ante los artistas, conductores con pose histrónica. Omitiré nombres. Repito, El trabajo de los informadores es buscar la nota interesante, no ser la nota involucrándose en el cuadro de acción.

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