RECUERDOS DE MI ESTADÍA EN LA UNIVERSIDAD.

Ayer, después del mediodía, salí a la calle y decidí en lo que marcaba algunas cuadras con mis pies, tomar un autobús que me deja un tanto lejos -como unas seis cuadras largas- de la Universidad Autónoma de Tamaulipas, Campus Tampico-Madero, para lo cual decidí caminarlas.

Al ingresar al Alma Máter, muchos recuerdos empezaron a desfilar en la pasarela de mi mente: El examen de admisión que presenté el 15 de enero de 1994. Las palabras del entonces director de la facultad, Dr. Enrique Malagón Infante (+) que aunque no fueron muy gratas nos impusieron, creo yo, un reto. La posterior inscripción; mi ingreso el 24 de enero. Dos festejos de cumpleaños. El multicitado "error de diciembre" que me llevó a presenciar la inmigración de Alumnos de Instituciones Privadas; la vez que me tuve que partir en dos para conseguir dinero con un subsidio para solventar los gastos implícitos, con los riesgos consabidos de desatender las clases...

Recuerdos contenidos en cuatro años y medio de cursos.

Una de esas anécdotas ocurrió cuando cursaba el quinto semestre de la carrera de Ciencias de la Comunicación, cuando en un acto de intrepidéz, me acerqué a mi catedrático de la materia de Radio: El Licenciado Sergio Luis Ayala Díaz (+) a fin de exponerle mi inquietud de colaborar en el taller de radio y le solicité su autorización. La anuencia me fue concedida, así quedé bajo las órdenes de David Antonio Ruiz Díaz en un horario de cuatro de la tarde a siete de la noche. Allí aprendí mucho acerca de la producción, operar los instrumentos de audio, y practicar locucion en vivo, decubrí que tenía mano para musicalizar un guión.

Hace casi un año que el Lic. Ayala ya no está aquí, y a inicios de diciembre, develaron una placa con su nombre en ese taller que en cierta forma fue mi segundo hogar.

Sólo estuve seis meses colaborando, porque el Lic. Jorge Nieto, coordinador de la carrera me solicitó que hiciera mi trámite de servicio social en el Taller de Televisión.

Prácticamente me la pasaba muy ocupado y dormía muy poco. Mirando todo eso desde lo alto de una colina, me pregunto mil veces: ¿Cómo le hacía para prolongar mis días y darme tiempo para casi todo?