Aún no es 2018, y tenemos aspirantes a la presidencia de México como buitres rondando al posible occiso, y los medios se toman la "gentileza" de ponernos al tanto de todas sus actividades, para bien y para mal. Ya sea en los medios tradicionales o en las redes sociales que esos medios usan.
Que si tal candidato es corrupto, que si éste recibió dinero, que si lleva la delantera en las encuestas, que si ya aprehendieron a un ex gobernador, que si su partido político le restringió sus derechos como militante, etcétera. ¿Me sirve saber todo éso como profesionista? ¡No! ¿Es útil esa información como ciudadano? ¡No! ¿Me conviene saberlo como votante? Tampoco.
Es pura basura que atiborra la consciencia, al fin basura. Parte del abstencionismo se debe a que la mente se contamina de tanto dato que no es de provecho y como reacción a esa intoxicación el cerebro comienza a rechazar todo lo que concierne a la contienda electoral. No estoy justificando la renuencia a votar, así funciona.
Y repito: las "pseudonotas" no existen. Ese formato informativo está estructurado para redactar en ella cualquier cosa. Si se fijan bien las notas de primera plana no siempre son sucesos fuera de serie. Además muchas notas están pagadas; de no ser así, olvídate que tu diario cueste 5 pesitos. No te alcanzaría.
Se quedaron cortos los teóricos de la comunicación con las teorías de Disfunción Narcotizante y La Aguja Hipodérmica. Disiento de Álvaro Cueva, no es que sea más importante para la gente el Frapuccino Unicornio que la Aprehensión de Javier Duarte, es que la gente quiere escapar de esa clase de notas y busca una válvula de escape.
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