Como dijera una amiga mía: voy a dejar de pensar por un rato en esas cosas que me afligen y me voy a concentrar en las que me pintan una sonrisa en mis labios.
Unas de esas cosas son la nubes: esas torundas deshilachadas de algodón que no son más que una bella concentración de agua y vapor que circundan la biósfera, crean figuras modeladas por la mano del Creador. ese espectáculo hace que mis cuitas sean más pequeñas y soy feliz con ese regalo divino. Con mi cámara he logrado captar eso que mis ojos disfrutan. Además que otros amigos y personas ajenas a mi entorno hacen tomas que no hacen más que admirarlas. Mi corazón da brincos y carbura más sangre a mis venas.
La luna: nuestro satélite no tiene igual, que ni siquiera compite contra sus compañeros más famosos: los que conforman el anillo de Júpiter. Es fabulosa, cuando crece, mengúa, es un anillo oscuro, pero mi favorita es cuando viste su color ambarino. He querido tomarle fotos pero Selene se hace del rogar.
La música: desde que adquirí mi reproductor de MP3, puse mi música favorita en él. Aunque los géneros y los ritmos son diversos -o sea eclectisismo puro-, de que cada músico y cada cantante exprimieron su alma en su talento para disfrute mío y de varios más.
Comer: Es verdad que cuando se puede puedo ir a un restorán a comer unos molletes o comer una de esas hamburguesas de nombre extranjero y rimbombante, pero también disfruto de ir al Centro Gastronómico a comerme una orden de cachetadas (¡de esas no!) con tu refresco de botella de vidrio, o los tacos de la esquina, claro que tomando las precauciones debidas. Comer es una bendición en sí, comer comida caliente con acción de gracias lo es más ¿Ahora imagínense compartir la mesa con tu familia o con tus amigos?
Podría mencionar más cosas, pero eso será en otra ocasión. Nos vemos en la próxima redacción.
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