Mostrando entradas con la etiqueta Libro. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Libro. Mostrar todas las entradas

miércoles, 13 de junio de 2012

OTRO LIBRO DE COMUNICACIÓN


Es preciso poner un espacio para hablar de política, cuando podría hablar por ejemplo, de la conclusión a la que he llegado: que no es necesario trabajar en lo de tu carrera profesional para ejercerla. Claro que sería lo deseable, pero una de las formas de llevar en alto tu título académico es adquirir literatura referente a tu especialidad, otra es poner en práctica esas teorías o conocimientos a tu día a día.
Por ejemplo hoy adquirí un libro que tenía ganas de incluírlo en mi colección: "La Semiología" de Pierre Giraud, es un compendio de bolsillo de la ciencia derivada de la lingüística y la sociología creada por Ferdinand de Saussure, la cual es la ciencia de los signos y los símbolos.

Lo malo es ver que libros para mi carrera son menospreciados en los botaderos, bazares y puestos callejeros, como cuando hallé ese compilado de Wilbur Schramm en un tiradero. Lo bueno es que los adquiero y, sí tengo que admitirlo, me curo la frustración de comprar libros por el encarecimiento causado por el error de 1995.

Apenas llevo dos capítulos, y cada que leo ese material siento de qué manera me corre la sangre en las venas, es una revelación patente de que  amo la carrera, la que hice protesta ante el jurado de catedráticos prometiendo honor, respeto y veracidad (en mi caso, la Licenciatura en Ciencias de la Comunicación). Me estremezco cuando en las redes sociales me mandan información. Cuando con argumentos claros y concisos le cierro el paso al mínimo rumor o al chisme de mensaje ambivalente. Cuando devoro  con la mirada cuanto artículo o reportaje que caiga a mis manos. Si acaso les hablo de ciertos temas en mi blog.

domingo, 22 de abril de 2012

OLGA LENGYEL Y EL HOLOCAUSTO NAZI


Apenas podía esperar a que rayase el alba para poder concluir de leer uno de los libros que ayer les mencioné. En lo que esperaba atender a mi estómago, concluí el intervalo de ponerme al corriente de esa prosa ardiente que a duras penas podía esperar para sentarme ante mi computadora y escribir el presente, pues sentía una especie de calor en las yemas de los dedos.

La razón se las doy enseguida, pequeño círculo de lectores: quiero reseñar el libro LOS HORNOS DE HITLER de Olga Lengyel (34ta. impresión. México, Editorial Diana) Quien sufrió la traición del mejor amigo de su familia, quien resultó ser un colaborador pro-nazi y apoyado en ese recurso le despojó de su clínica a ella y a su esposo, ambos prestigiados médicos en una región rumana anexada a Hungría.

Después de ese descarado robo, al Dr. Lengyel se le consideró disidente y se le retuvo en una comandancia de la S.S. Gestapo, con engaños atrajeron a su esposa e hijos, para luego hacinarlos en trenes que transportaban ganado y tras largo viaje, se transformaron en esclavos y candidatos al exterminio en los campos de Auchwitz y Binkenaw. En éste último, fueron presas las mujeres y allí estaban localizados los crematorios.

Con precisión y detalle, la doctora Lengyel describe el diario vivir en esa "Gehena", como ella le llamaba a ese lugar: pasar revista a la formación pese a las inclemencias del tiempo, mantener limpia una barraca en mal estado, tomar una ración de una rara infusión a la que llamaban té o café, raciones raquíticas de comida,  entre otras barbaridades.

Estos campos, según la autora,  tenían un sólo objetivo: el exterminio total de los Untenmënschen -hombres inferiores en alemán- a saber: judíos (de los cuales mataron a 6 millones), gitanos polacos, checos, húngaros, holandeses, franceses, rusos, griegos, etcétera. No huelga decir que alemanes arios y mestizos formaron parte del combustible de los hornos. La Doctora asegura que de seguir los nazis en su loca carrera hubieran exterminado a todos aquellos que no fuesen germanos para así ocupar todo el globo terráqueo.

La autora pudo haber sucumbido a no ser que sin querer estableció contacto con presos que conformaban la Resistencia. En medio de tantas privaciones, este grupo de extraños se apoyaron para resistir la barbarie alemana. A partir de ese momento, pudo preservar su vida, gracias a sus conocimientos de medicina, fue reclutada para formar parte de las enfermeras de un hospital paupérrimo donde atendían a las enfermas como podías, pese a que a la postre podían ser "seleccionadas". 

Desde ese momento, tuvo la consigna de apoyar la causa por los inocentes caídos. No le tembló la mano cuando le da nombre y voz a esos verdugos: los doctores Krammer y Mengele, la celadora Irma Griese, entre otros más que escapan a mi memoria. Capítulo tras capítulo, despoja del regio manto a los estúpidos términos y eufemismos de las técnicas de solución de esos campos y exhibe sus vergüenzas ante los ojos del lector. Desde el primer episodio mis ojos dejaron de parpadear por el azoro producido. "LOS HORNOS DE HITLER" me confirma que Adolf Hitler puso en práctica la teoría del Superhombre del filósofo Nietzche. Sólo que estos Obenmënschen sintieron que se les extendía una patente de corso para hacer cuanto les placía, comportándose peor que bestias.

Estoy escribiendo todo esto a grosso modo, no quiero que se me acuse de incitar al morbo, ni siquiera es la intención de la autora, de quien cito un párrafo de su último capítulo: "Pero, francamnte, quiero que mi libro signifique algo más que eso. Quiero que el mundo lea lo que he escrito y se decida a que esto no vuelva a ocurrir jamás de los jamases."

Si buscas en el internet encontrarás el libro en línea, si quieres leerlo. Las faces quedan horrorizadas ante tal depredación, pero sé que vas a reflexionar y si no se puede evitar otro holocausto, porque estos locos de la  cruz esvástica, regaron su diabólica y maldita diáspora en niños y adolescentes que seguramente son bisabuelos de los neonazis, de perdido saber de estos horrores para no ser como ellos.