miércoles, 8 de julio de 2015

MISOTRUMPIA

Mucho revuelo ha causado las declaraciones del magnate estadounidense Donald Trump, en la cual acusa a los inmigrantes mexicanos de ese país de ladrones, traficantes y violadores. Conforme pasa el tiempo y en su afán de postularse para candidato a la presidencia de EEUU por el Partido Republicano, El nefando billonario continúa quemando los cartuchos de su xenofobia, racismo e incluso misoginia, por aquello de ser dueño del certamen Miss Universo.

Lo único que me asombra es su capacidad de convocatoria, más aún en su contra: Televisa, NBC y Univisión han roto negociaciones para transmitir el concurso de belleza. Maduro le hizo frente y hasta Obama lo ridiculizó.

Antes de dar mis impresiones el respecto, vamos a entender la obtusa forma de pensar de tan nada ilustre adinerado. Dije entender, no apoyar su postura. Partiremos que el racismo, la xenofobia, la eugenesia (mejora de las especies) y la misoginia, derivan del pensamiento de los miembros de la nobleza romana, las cuales pensaban, algunos, que provenían de una casta divina, y otros monarcas que eran dioses y como tales se les debía adorar. Luego entonces: los demás que no provenían de ese linaje eran vistos como seres inferiores. Incluso, el término "sangre azul" tiene que ver porque las arterias se notaban en la tez clara. 

Pero tenía que haber alguien que solapara estas ideas: El conde de Gobineau le dio carta de legitimidad al racismo en sus Ensayos sobre la Desigualdad de las Razas Humanas, donde aseguraba que la raza blanca era la más bella, inteligente y fuerte. inspiró a Nietzche en su filosofía del superhombre y Hitler lo puso en práctica. El resto es historia.

Después de este pequeño prontuario, debo decir que como mexicano, estoy muy molesto por esta ofensa hacia mis paisanos. Si Trump dice que México le manda lo peor al Tío Sam, ellos también expotan lo mismo, pero en forma de estilos de vida contrarios a las costumbres del mexicano promedio, consumo de comida chatarra y formatos de televisión perniciosos traídos desde allá.
Y perdón Sr. Trump, no lo necesitamos a usted para que nos discriminen, con nosotros mismo,  tenemos para hacerlo, y sé bien de lo que hablo. 

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