sábado, 26 de abril de 2014

¿QUÉ PASA CONMIGO?

Han pasado tantas cosas a mi alrededor que me faltaba algo: estar solo.

 Días antes de vacaciones, me percaté que caminaba porque tenía que hacerlo, que miraba sin mirar, y al mismo tiempo quería ver alún elemento fuera de lugar de mi entorno, oía porque pretendía reconocer algo antes de ver la imagen.

Empecé a sentir fatigoso conquistar cada cuadra: de mi casa al trabajo, los encargos propios de mi oficio, salir y entrar como conejo en su madriguera, confirmar que las espaculaciones son el caldo de cultivo de la falta de información concreta, ver en rostros de pasajeros y transeúntes la zozobra reflejada.

Necesitaba una rebanada de pastel ofrecida por la soledad.

Era mucho, mi cerebro pretende procesar tantos datos haciéndome caminar casi como un autómata. Se imaginan lo que es sentir diversas emociones al mismo tiempo: angustia, desconfianza, tristeza, frustración. 
Nada ha mejorado, pero tampoco resuelvo algo estando resguardado en mi casa. No puedo callarme, por eso he retomado este espacio. Han pasado tantas cosas que necesito asimilarlas poco a poco. Sólo necesito tiempo.

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