México:
Primero creo en Dios, luego en ti y después en mí. Pero no creo en algunos de sus habitantes de los cuales me irrita su alto grado de incongruencia. Como ese director técnico emergente para una selección nacional de altibajos, que días antes habló de las verdades de ti como nación (que no es nada nuevo) pero en tierra ajena, y acá en un anuncio televisivo, a iniciativa del Sr. Emilio Azcárraga Jean y apoyado por los medios televisivos, dice que te ama aunque no lo entienda. ¿Por qué no escogieron a alguien con más credibilidad?
Primero creo en Dios, luego en ti y después en mí. Pero no creo en las promesas de campañas de candidatos; o cómo quieres que reaccione cuando la fracción política está más avorazada y por cierto, la misóginia les brota por los poros, ah... y espero que después de las votaciones que no les de por impugnar. Si no les favorecieron los votos genuinamente, sean hombrecitos y sepan perder.
Primero creo en Dios, luego en ti y después en mí. Pero no creo en esos que se la pasan pregonando un nacionalismo enfermizo y con actitud de arrecife, que desconocen lo que defienden y abusan del desconocimiento de la historia de nuestro país.
Como dijo un amigo mío: no importa amarillo, azul o verde, son los mismos cerdos en el cieno.
Primero creo en Dios, luego en ti y después en mí. Pero no creo en algunos de sus habitantes de los cuales me irrita su alto grado de incongruencia. Como ese director técnico emergente para una selección nacional de altibajos, que días antes habló de las verdades de ti como nación (que no es nada nuevo) pero en tierra ajena, y acá en un anuncio televisivo, a iniciativa del Sr. Emilio Azcárraga Jean y apoyado por los medios televisivos, dice que te ama aunque no lo entienda. ¿Por qué no escogieron a alguien con más credibilidad?
Primero creo en Dios, luego en ti y después en mí. Pero no creo en las promesas de campañas de candidatos; o cómo quieres que reaccione cuando la fracción política está más avorazada y por cierto, la misóginia les brota por los poros, ah... y espero que después de las votaciones que no les de por impugnar. Si no les favorecieron los votos genuinamente, sean hombrecitos y sepan perder.
Primero creo en Dios, luego en ti y después en mí. Pero no creo en esos que se la pasan pregonando un nacionalismo enfermizo y con actitud de arrecife, que desconocen lo que defienden y abusan del desconocimiento de la historia de nuestro país.
Como dijo un amigo mío: no importa amarillo, azul o verde, son los mismos cerdos en el cieno.
Creo que el orden se vería más bonito si fuera: Primero creo en Dios, luego en mí y después en tí... fíjate que las bases de la patria están fundamentadas en sus habitantes, en cada uno de ellos. Sin tí, no hay Patria, amigo.
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