martes, 7 de abril de 2009

HACIÉNDOLE AL COMENTARISTA DEPORTIVO Y LA VISITA AL LABORATORIO


Aunque no soy aficionado al futbol, sigo los partidos de la Selección Nacional cada que tengo oportunidad.

La verdad, después de la derrota México ante Honduras, ya se veía llegar desde lejos la destitución del cargo del director técnico sueco Sven Göran Ericsson, quien, según comentarios al éter, no gozó de muchas simpatías; tuvo que sufrir algo de xenofobia, que se tradujo en la exigencia altamente normatizada de sus estrategias a nivel de cancha, las cuales no cumplidas, culminaron en la petición reiterada de su retiro de la oncena que representa a nuestro país a través de los tabloides versados en el ancho mundo de los deportes.

Ahora, evitando otra selección acéfala, mandaron llamar a Javier Aguirre, quien antes había guiado a la selección tricolor orientándose a los buenos resultados. Justo por esos antecedentes, cual quijote, le encomendaron la nada fácil tarea de desfacer el entuerto.

Pues enhorabuena. A darle que es mole de olla.

PERLAS DE ÉTER.

La semana pasada, pedí estudios en el hospital, y vaya que es la modernidad tomada a pecho: aunque habían varios pacientes delante de mí, poco a poco la fila menguó. Lista la solicitud en mano, me entregaron dos pequeñas calcomanías, según lo requerido. en lo que esperaba mi turno a la puerta designada, veía a gente que salía de allí no sólo con el brazo flexionado, sino quejándose en silencio y uno que otro niño llorando de dolor mientras sus padres lo consolaban.

Ya me tocó mi momento. entro al cuarto de muestras y la señorita encargada preparó todo. Yo todavía estaba pensando en la jeringa cuando de pronto, no era la tradicional, sino una sin émbolo, no me succionaría la sangre, sino que iba a emanar de mí hacia los tubos de ensayo que insertarían en esa modalidad de jeringa. Casi un minuto duré con la aguja en mi vena.

Pasado ese momento, cambió la punta por una torunda de algodón, apenas podía mover el brazo.

Paradójicamente, antes de almorzar, me sentía con un ánimo poco usual, porque salí temprano de allí, y me tomé tiempo de comprar algunos artículos como shampoo, talco y gel. Y con toda tranquilidad me dirigí a mis deberes.

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