sábado, 18 de septiembre de 2010

DE FESTEJOS, CELULARES BLOQUEADOS Y BAZARES.

Día Quince, Septiembre de 2010.

No sólo iba a ser la conmemoración del grito de Dolores, sino también de un pequeño trance entrometido, por culpa de mi celular, y mía también, por no poner la descomposición de tal artículo en la mesa de los peores escenarios posibles.

Eso bastó para sacarme de mi zona de confort.

Así que debido al día libre decretado oficialmente, me di el tiempo para preguntar a las tiendas de la plasta verde de color M, por el desbloqueo de mi teléfono móvil, una de esas encargadas sólo se limitó en decir que el desbloqueo se realizaba en un taller, y que tal servicio salía en 300 pesos. Imagínense.

Así que como los pacientes, me fui a buscar una segunda opinión, el vendedor me decía que había desbloqueos por añadido y que con ellos se podía habilitar mi celular otra vez; aún así, el intento fracasó y me sugirió algo mejor: que fuera al centro de atención.

Después de los compromisos adquiridos, acudí al sitio de marras, donde al ser vencidos por el celular bloqueado -que quién sabe cómo me empezó a pedir un código de seguridad para acceder a sus funciones-, me hicieron válida la garantía.

Aquí hago un espacio para decirles a esos clientes acomodaticios que si van a hacer válida su garantía, es su derecho hacer uso de hecho en caso de defecto, pero según la Ley Federal de Protación al Consumidor, su obligación es llevar la factura y la póliza de garantia. si no. Olvídelo.

Pues ni tardo ni perezoso, recogí el auricular. el cargador, y la póliza. Los puse en su caja. Ya llevaba la factura en mi cartera, así que regresé y me atendieron en menos de media hora. Firmé la nueva póliza y ¡Guau! tenía mi celuler nuevo.

Ya realizada la gestión, regresé al centro de la ciudad para detenerme a uno de mis lugares favoritos: los bazares y me di vuelo revisiando muchos discos de acetato, de los que acabé adquiriendo dos "tortillas negras".

Al salir de allí, mis cuatro ojos se posaron en una caja de cartón que tenía varios libros, supongo que era basura porque hasta polvo tenían, de ahí rescaté dos de ellos: "La ciencia de la comunicación humana"
Compilado por Wilbur Schramm y Comunicación Oral, cuyo nombre de la Autora no recuerdo.

Después de eso. estuve en la casa viendo el evento magno de desfile y performance transmitido desde la Ciudad de México. De veras que es inolvidable e inenarrable: no hallo las palabras para describirlo.

Vaya Día.

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